
Este miércoles 16 de octubre los y las estudiantes de todo el país se movilizaron nuevamente en contra del veto a la Ley de Financiamiento Universitario de Javier Milei. En la Ciudad de Buenos Aires, miles se movilizaron desde sus facultades hacia el Palacio Pizzurno, sede central del Ministerio de Educación de la Nación. Crónica por Sebastián Motta para ANRed
Lejos de las “bombas molotov” que la ministra de Seguridad Patricia Bullrich aseguró en radio mitre, en tono de vaticinio, que se llevarían durante la jornada, los y las estudiantes, docentes y no docentes de universidades públicas de todo el país se manifestaron de manera pacífica y con un fin común: sueldos y presupuestos dignos para una educación digna.

El veto de Javier Milei a la ley que permite la actualización en los salarios y del presupuesto 2025 destinado al funcionamiento de las universidades públicas generó una sola explosión y es la del movimiento estudiantil argentino. El presidente puso, quizás por desconocerla, a la educación pública y sus actores en el centro de la atención nacional.
Durante la marcha hacia el Palacio Pizzurno de la que participaron miles de actores de la comunidad educativa entre bocinazos, gritos de aliento y algunos aplausos tampoco faltaron aquellos típicos «vayan a laburar». Lo que parecen no comprender, por ignorar o por omitir deliberadamente, es que este movimiento defiende la historia, el presente y el futuro de nuestro país.
La educación pública, gratuita y de calidad, por el contrario de lo que piensa el presidente y muchos otros funcionarios, es uno de los factores más importantes de la movilidad social ascendente en nuestro país. Actualmente, entre el 48% y el 75% de los y las estudiantes de la universidad públicas son primera generación de universitarios. Pero el dato que más molesta es que en las zonas menos acaudaladas de la Argentina el número puede ascender hasta el 75,53% como en la Universidad Arturo Jauretche de Florencio Varela, mientras que en la UBA ese número baja a 35,56% (datos de 2022. Fuente: Departamento de Información Universitaria – DNPeIU – SPU dependiente del Ministerio de Capital Humano).
Teniendo en cuenta lo que actualmente gasta a diario el Estado en represión, condonaciones impositivas a grandes empresarios y espionaje, no parece ser que no haya plata, sino más bien una declaración de principios. El problema no es que un país se eduque, el problema es que el pobre se eduque con la plata de los impuestos de las clases más acomodadas (como si los pobres no pagaran impuestos y los ricos sí). Y digo más acomodadas porque el «con la mía» no sale únicamente de la boca de las altas esferas socioeconómicas de nuestro país, sino también de la casi extinta clase media.

Lo cierto es que el gobierno no parece dar el brazo a torcer en esta pulseada por el 0.14% de un PBI ya contraído que cambiaría las vidas de miles de familias en un país con casi el 53% de pobreza.
Tampoco darán el brazo a torcer los y las estudiantes, docentes y no docentes de todo el país que se organizan para continuar la lucha. Con más actividades, tomas y asambleas pactadas para esta semana y la próxima, el clima no parece calmarse y al gobierno empieza a molestarle esa piedra en el zapato. Tanto que incluso Javier Milei pasó el martes 15 por LN+ a explicarle a Antonio Laje que «La universidad no arancelada no se discute”.
Como ya vimos en la historia argentina y en la de otros países como Chile recientemente, el movimiento estudiantil tiene la energía, la audacia y la conciencia suficiente para dar las batallas que sean necesarias.
Al parecer Javier Milei tenía razón: no vino a criar corderos, vino a despertar leones.
Fotografía: Sebastián Motta


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