Los suplentes de River le ganaron ayer 1 a 0 a los titulares de Boca y la Bombonera quedó presa de un ataque de nervios. Ni siquiera el arquero Sergio “Chiquito” Romero pudo emerger a salvo del estallido de impotencia que provocó la derrota. Cuando se retiraba del campo de juego, un socio que estaba al lado de la boca del túnel insultó a Romero (o, al menos, le dijo algo ofensivo) y provocó la reacción del guardavalla que a punto estuvo de tomarse a golpes de puño.
A tres días del desquite copero con Colo Colo en el Monumental, Marcelo Gallardo, el técnico millonario, guardó a ocho de los once jugadores que estuvieron en Chile. Y quizás eso haga todavía más dolorosa la derrota boquense. El equipo que aún dirige Diego Martínez (el entrenador xeneize dijo sentirse todavía con fuerzas para seguir) quedó expuesto ante un rival que apenas puso a tres titulares (Franco Armani, el cordobés Fabricio Bustos y Santiago Simón) y no ofreció su mejor versión.
En el repaso de 100 minutos bien argentinos, mucho más emotivos que bien jugados, estuvo bien la victoria del River “lado B”. Cuando pudo pensarse el partido en el primer tiempo, desplegó el mejor fútbol porque tuvo las ideas más claras.
Y a Manuel Lanzini al mejor jugador de la tarde y al autor del gol a los 19 minutos, quien se asoció bien con Colidio para agruparse y manejar la pelota por detrás de los volantes xeneizes. Lanzini fue quien inició y terminó la jugada del gol. Y mientras le dieron las piernas y el aire, tomó las mejores decisiones.
Pero en el segundo tiempo fue otra la melodía. Mandaron las emociones y todo se hizo mucho más chocado y ordinario, River extravió la pelota y el orden, se programó únicamente en modo aguante y ni siquiera en ese contexto tan favorable, empujado por el rugir de la multitud, Boca pudo alcanzar el empate.
Empujó con fe, pero sin fútbol, lanzando la pelota hacia arriba y hacia adelante. Con tan escasa eficacia que tuvo dos ocasiones recién sobre el final del partido. Ambas por buenos pases en profundidad de Miguel Merentiel para Exequiel Zeballos, cuyo ingreso, al comienzo del segundo tiempo por el inexpresivo Miramón, le revolvió a River sus papeles defensivos.
Ni siquiera Boca pudo salvarse en la última pelota del superclásico caliente en el primer día de la primavera. Milton Giménez, quien había reemplazado a un Edinson Cavani que sólo entró por portación de apellido (no estaba para jugar) marcó el gol del empate luego del último centro de Lautaro Blanco desde la izquierda. Pero en la embestida, Giménez hizo una carambola en su pie izquierdo, la cabeza, la mano y en la espalda antes de entrar al arco de Armani.
Después de reverlo en el VAR, el árbitro Nicolás Ramírez -quien batió un récord amonestando a Federico Gattoni a los 10 segundos de juego- lo anuló por la mano y sentenció una derrota que puso los pelos de punta a la vieja Bombonera y al técnico Martínez, con un pie adentro y otro afuera. Será una semana complicada la que le espera si sigue estando al frente de Boca.
River extendió una racha invicta que suma 11 partidos (9 del ciclo de Gallardo) entre la Copa y el campeonato. Boca en cambio, ganó sólo uno de sus últimos 6 encuentros y quedó a 9 puntos de la punta. Le será muy difícil recorrer un mejor camino y salir de este pozo si sigue jugando a lo que salga. A eso jugó ayer y, por eso, perdió.
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