Desde Lali Espósito hasta el Indio Solari, pasando por Wos y Dillom, cada vez más artistas alzan su voz para cuestionar los principios rectores del Gobierno libertario.
Silueta. La entrevista del excantante de los Redondos en Gelatina, con duras críticas a Milei.
Foto: Captura
En cierto momento fue un género en sí mismo. Durante los años 60 y 70 del siglo pasado, artistas tan variopintos como Bob Dylan, Paco Ibáñez, Joan Manuel Serrat, Alfredo Zitarrosa, Joan Baez y Víctor Jara podían compartir bateas de disquerías con argentinos también tan distintos como Gian Franco Pagliaro, Jorge Cafrune, Piero, Pedro y Pablo y Nacha Guevara. La etiqueta: «Canción de protesta». La revolución no fue mucho más allá de la isla cubana, los artistas pagaron con amenazas, bombas, exilios y hasta con su vida tanto compromiso y, 50 años después, el capitalismo ofrece su cara más cínica y cruel. En nuestro país ya no gobiernan militares, lo cual no significa que quienes se encuentran al frente del Poder Ejecutivo no estén al servicio de los mismos intereses que aquellas Fuerzas Armadas. Tal vez por eso no resulte extraño que los artistas contemporáneos hayan decidido recuperar algo del espíritu combativo que puso letra a algunos himnos del cancionero popular del continente.
El asunto, sin embargo, es mucho más simple: el presidente Javier Milei decidió que los artistas (los del cine, el teatro, la tele, la música, la literatura, la plástica, todos) son enemigos de su proyecto de país paleolibertario, y desde sus tiempos de panelista televisivo no ha dejado de atacarlos. Por eso ya el año pasado hubo músicos, actrices y actores que no dudaron en manifestar su temor a que gane las elecciones; y luego, con el resultado definido, salieron a hacerle frente cada quien desde su trinchera, sea under y de nicho o masiva y con impacto globlal. ¿Ha nacido una «canción de protesta» del siglo XXI?
La Renga y Bersuit Vergarabat fueron de los primeros en levantar la voz, en sus casos por razones obvias: que Milei usase clásicos de su repertorio como jingle y cortina de campaña electoral no estaba en sus planes, y se vieron en la obligación de despegarse. «No queremos tener un disfrazado de amigo hablando de la libertad», publicó La Renga en un comunicado en el que repudió la versión libertaria de «Panic Show». Y en sus shows de enero en el estadio de Racing, marcó la cancha con la leyenda «Nunca Milei» en las pantallas gigantes. Bersuit fue más allá, y bloqueó el uso de «El estallido» en los escenarios de La Libertad Avanza por medio de una carta documento.
Pero fueron Las Manos de Filippi quienes –una vez más– picaron en punta para grabar las primeras canciones anti-Milei del rock argentino. Así como en los 90 dejaron testimonio de la época con «Sr. Cobranza» –hitazo popularizado por Bersuit–, en los primeros meses de 2024 publicaron «El libertario» («Soy libertario y voy a ser empresario/ cuando dolaricen mi sueldo de mierda me hago millonario») y «Milei se cae» («La locura avanza y todo es mercancía su ganancia/ levantá la cabeza y salí a luchar»). También Don Osvaldo (la banda del ex Callejeros Pato Fontanet) se pronunció en contra del Gobierno, en los shows de Divididos se canta «el que no salta votó a Milei», y en su más reciente entrevista, el Indio Solari no ahorró cuestionamientos al plan destructor de LLA. «Nos están cagando en la cara, la gente no se da cuenta de que el diablo se caga en su nariz», le dijo el excantante de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota al canal de streaming Gelatina, aunque también aclaró: «Yo veo que hay mucho chico de industrial que no cree en eso. No es que todos fueron como “El Flautista de Hamelin” y vamos a traer al enano de la motosierra».
Himno opositor
Acaso porque el rock ya no es la música de masas que supo ser, la canción que se convirtió en himno opositor nació de las entrañas del pop más comercial pero no por eso tan superficial. Después de haber sido objeto de un hostigamiento enfermizo por parte del presidente –y por carácter transitivo, de su ejército de trols rentados– durante meses, Lali Espósito primero modificó la letra de una de sus canciones para burlarse en vivo de las acusaciones presidenciales, y en septiembre pasado publicó «Fanático». «Te encanta hacer como que no tenés idea quién soy/ y sé que tenés un póster mío en tu habitación/ cada vez que salís de noche, escuchás mi canción/ y ya se la sabe de memoria: eso se llama obsesión», canta y baila Lali en un hitazo de estribillo indeleble y una fuerza que envidiaría la banda más hardcore.
Hitazo. La coreografía del video de «Fanático» fue adoptada por estudiantes de la UNA.
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Ni la letra ni el clip de «Fanático» dejan dudas acerca de su destinatario, pero si quedaba margen para ello, la coreografía con la que alumnos y alumnas de la UNA se manifestaron en la estación de trenes de Once contra los recortes en el presupuesto universitario lo dio por cerrado. Con un pie en rock guitarrero y el otro en los géneros urbanos de moda, sin perder ni una gota de humor y elegancia, la cantante le puso los puntos al presidente, y banda de sonido a la angustia social.
De esa tribu del trap, el hip-hop, el reggaetón y sus derivados en la que abreva Lali surgieron las manifestaciones más potentes de la música anti-Milei. Algunas solapadas, otras explícitas. Ya un año atrás, antes de las elecciones, Wos rapeaba: «No soy falso león, no rancheo con los gatos ni me abrazo a un pato». Y Trueno afirmaba: «No creo en leones que usan peluca». En marzo, durante el mismo Cosquín Rock en el que Lali se rió de Milei y de las acusaciones de que «vive del Estado», Dillom hizo suya una versión de «Sr. Cobranza» y exclamó que «a Caputo en la plaza lo tienen que matar». Y a mitad de año, en «Buenos tiempos», de su fascinante álbum Por cesárea, el mismo Dillom repite y repite la frase «El día que muera, moriré en mi ley», lo que inevitablemente invita a pensar que supone una referencia al presidente.
No es todo. En «La que puede, puede» –una de sus canciones más recientes, incluida en su fantástico concierto TinyDesk– Ca7riel y Paco Amoroso riman «no me cierra una motosierra». Más explícitos –y solo por ahora menos populares– son Broke Carrey y Chocolate Remix. Manuel Montenegro –el artista detrás de Broke Carrey–, en su tremendo tema «Montonero», directamente dice «Me cago en Milei y su hermana». La letra desbloquea un nuevo nivel de debate con un estribillo que reitera una y otra vez «Quiero morir por los míos como un montonero/ tengo veneno en las encías como un montonero/ si eso es libertad prefiero ser prisionero/ voy a llevarme un par conmigo como un montonero». Y la «Choco» –es decir Romina Bernardo–, a bordo de su máquina de reggaetón feminista, desafía conciencias patriarcales y en «Otario» rapea «que se creen que son libres por llamarse liber… ¡otario!» (además de cosas como «que para ser relevantes pagan Twitter y no tienen ni un amigo/ solo un líder delirante que se cree el elegido»).
La nueva canción de protesta está sonando en el aire aunque no se haga llamar así, y aunque a veces cueste distinguirla entre miles de rimas, bajos de ultratumba, distorsiones digitales y autotune. El decreto que eliminó el pago a Sadaic por el uso comercial de canciones en, por ejemplo, salones de fiestas, vino a avivar la confrontación, una medida que solo se explica en la voluntad oficial por destruir toda expresión que no puede controlar. O sea, digamos: motivos para la protesta sobran. Incluso para desempolvar viejas composiciones arrumbadas en los cajones de la censura. De hecho ha vuelto a sonar «Juan Represión», tema compuesto por Charly García en 1974 para Instituciones, el tercer disco de Sui Generis –finalmente no incluido en su edición oficial por decisión del propietario del sello grabador– ahora recuperado en el reciente La lógica del escorpión. Para quienes todavía confían en la antena que inspira desde hace medio siglo a Charly García, semejante rescate no puede ser casualidad.
Credito Accion Coop
Por Fernando Sánchez
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