Pasó una semana parlamentaria clave, con realineamientos en bloques opositores que favorecieron al Gobierno y, a la vez, dos fuertes derrotas oficialistas en el Senado. Perspectivas de un nuevo escenario.
Por Demián Verduga
Si se tratara de un deporte, la pulseada que se libró la semana pasada en el Congreso Nacional entre el Gobierno y la oposición habría terminado en empate. El punto es que la política no es fútbol. No puede medirse por cantidades y decir que el resultado fue dos a dos. El Gobierno logró sostener el veto a la movilidad jubilatoria y aprobar Boleta Única de Papel, pero sucumbió con Presupuesto Universitario y el DNU que aumentó los gastos reservados de la SIDE. Cada una de estas leyes tiene un impacto simbólico y social muy específico. Las «victorias y derrotas» hay que analizarlas de manera diseccionada.
El rechazo al DNU que aumentó en 100.000 millones de pesos los gastos reservados de la SIDE tiene un componente histórico distintivo. Es la primera vez que el Congreso Nacional deja sin efecto un DNU del Poder Ejecutivo. Y lo hizo además con una contundencia numérica potente. En la Cámara de Diputados la votación había sido de 156 votos por el rechazo y 52 a favor; en el Senado las proporciones fueron similares: 49 en contra; 11 a favor y dos abstenciones. Entre los que se pronunciaron por el rechazo hubo senadores del PRO y hasta uno de la Libertad Avanza, el formoseño díscolo Francisco Paoltroni, enfrentado con la Casa Rosada hace varias semanas.
Todos estos elementos le ponen un peso específico al rechazo. Una gran cantidad de aliados del oficialismo se pusieron en la vereda de enfrente y es un dato político que no pasa inadvertido para nadie.
Mayorías contundentes
En el caso de la Ley de Financiamiento Universitario, que propone una actualización por inflación cada dos meses, el resultado fue todavía más contundente. Hubo 57 senadores a favor y 10 en contra. Esa decena la conformaron los siete de la Libertad Avanza y tres de los seis escaños con los que cuenta el PRO, es decir, el partido fundado por Mauricio Macri volvió a dividirse en la Cámara Alta. A mediados de agosto, la Cámara de Diputados había aprobado el proyecto por 143 votos afirmativos y 77 negativos.
Estas mayorías contundentes, en las que los históricos adversarios peronistas y radicales votan en el mismo sentido, muestran que la educación pública y su financiamiento sigue siendo un piso civilizatorio de la sociedad argentina. No es fácil encontrar votaciones tan unánimes en la historia reciente del Congreso. La reestatización de YPF, al inicio del segundo gobierno de Cristina Fernández, puede ser uno de esos ejemplos.
El proyecto político de Javier Milei de reducción del Estado a su mínima expresión inexorablemente conduce a desfinanciar la educación, la salud y las jubilaciones. Porque entre esos tres ítems, empezando por las jubilaciones, se invierte la mayoría de los recursos del Estado Nacional. Por eso es imposible hacer un ajuste de la magnitud del que impulsa Milei sin darle un zarpazo a estas áreas.
El presidente anticipó que vetará la ley que aprobó el Congreso y el duelo seguirá. Para que el Parlamento pueda imponer su voluntad tiene que insistir con el proyecto reuniendo dos tercios de ambas Cámaras. La aprobación en Diputados el pasado 21 de agosto estuvo a solo tres escaños de conseguir los dos tercios de los presentes. Es una pulseada al filo, como ocurrió con la movilidad jubilatoria con la que la Casa Rosada logró sostener su rechazo al proyecto.
El tercio que necesitaba. Con aporte de radicales y del bloque Innovación Federal, el Gobierno pudo sostener el veto a la recomposición jubilatoria.
Foto: @DiputadosAR
Contorsiones
El presidente pudo sostener en pie el veto a la mejora jubilatoria que había aprobado el Congreso el 22 de agosto. Lo logró en la Cámara de Diputados al bloquear la posibilidad de la oposición de reunir dos tercios de los presentes para insistir con la iniciativa. Ese bloqueo se consiguió gracias a la pirueta en el aire que dieron cinco diputados del radicalismo y la abstención del bloque Innovación Federal, que responde a algunos gobernadores peronistas. Todos ellos habían acompañado el proyecto en junio y ahora defendieron la decisión presidencial. El transfuguismo político no es una novedad, pero un cambio de posición tan pronunciado en dos meses y medio puede anotarse en la guía de récords Guinness.
La señal de la contorsión política había llegado 24 horas antes de la sesión en la que la oposición no logró los dos tercios. Milei colgó en sus redes sociales una foto con los diputados radicales Martín Arjol, Luis Picat, José Federico Tournier, Mariano Campero y Pablo Cervi, que habían votado a favor del proyecto hace poco más de 60 días. Más explícito no se consigue.
El trabajo con los gobernadores fue un poco más sutil. En Innovación Federal hay, entre otros, diputados que responden al mandatario rionegrino Alberto Weretilneck, beneficiado por la decisión de YPF de instalar la planta de GNL en Punta Colorada en detrimento de Bahía Blanca. Para recibir hay que dar y viceversa.
La movilidad que había aprobado el Congreso incluía la recomposición de las cajas provinciales, a las que la Nación les debe, pero pesaron más otras cuestiones. La estrategia de chequera y palo, que existe desde siempre y es una vieja práctica de la política tradicional, es usada por Milei de un modo pornográfico.
La otra «victoria» del oficialismo fue la aprobación de la Boleta Única de Papel como sistema de votación para reemplazar la lista sábana por partido. Es una vieja aspiración, en especial de los partidos más chicos, a los que les resulta más difícil garantizar una fiscalización en todo el país. La boleta única ya se utiliza en varias provincias argentinas, entre ellas Santa Fe. Su resultado dista mucho de ser maravilloso. Estimula el voto por candidato más que por partido porque limita el llamado «efecto arrastre» que produce un buen candidato encabezando la sábana. Esto ha provocado en Santa Fe, varias veces, que haya muchas diferencias entre lo que el electorado vota para el Ejecutivo y para el Legislativo, con el inevitable impacto en la gobernabilidad de la provincia. Ningún sistema electoral es infalible. El proyecto aprobado por el Senado introdujo modificaciones y tendrá que volverá a Diputados. Todavía no es fácil calcular si darán los tiempos para estrenar el nuevo sistema el año que viene.
Estos días de contienda legislativa y represión contra jubilados y niños en las puertas del Congreso dejaron un enigma a mediano plazo. La incógnita es si Milei pagará un costo electoral por las decisiones que toma. Las encuestas indican que más del 60% está en contra del veto presidencial a la movilidad jubilatoria. ¿Eso se traducirá en las urnas cuando llegue el momento? Una zona de misterio.
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