Por Alfredo Silletta
Por estas horas, cuando el gobierno libertario ha recibido tres derrotas consecutivas en menos de 48 horas -perdió la presidencia de la Comisión de Inteligencia, se rechazó otorgar 100 mil millones de pesos a la SIDE, y se aprobó la movilidad jubilatoria-, hay euforia en muchos dirigentes peronistas que sueñan con volver a la “amplia avenida del centro”. Con liviandad, se escucha que el peronismo debe armar un frente electoral con el radicalismo y otros sectores para derrocar a la ultraderecha, como hizo Lula en Brasil.
Muchos hablan de un acuerdo con Horacio Rodríguez Larreta, con Sergio Massa, con Martín Lousteau como candidato a jefe de gobierno porteño, con sectores cercanos a Pichetto y Massot, con el peronismo cordobés y otros partidos provinciales.
Grave error. El peronismo ya transitó por la “ancha avenida del centro” con las candidaturas de Daniel Scioli, Alberto Fernández y Sergio Massa, y el pueblo argentino se hartó y buscó una nueva figura rupturista como Javier Milei.
Hay que volver a leer a Perón, quien se cansó de explicarnos la táctica y la estrategia en el peronismo. La estrategia es el conjunto de las operaciones, mantener la unidad del movimiento y revisar las grandes decisiones tácticas.
“El comando estratégico maneja el conjunto, sin detallar. La conducción táctica maneja la lucha en el teatro de operaciones”, decía Perón y agregaba: “El conductor táctico es el Consejo Superior, que está allá, dirigiendo el conjunto de operaciones de la lucha en el propio terreno de operaciones y debe estar conectado con todas las fuerzas que accionan en cualquiera de las formas en que esta acción táctica se realiza. La táctica es la lucha directa, la estrategia es la conducción de conjunto”.
Por lo tanto, una cosa es la táctica de una determinada alianza en el Congreso o incluso en un acuerdo electoral, y por otro lado, la estrategia es tener claro un modelo de liberación nacional e independencia económica.
En resumen, la estrategia es el plan maestro que nos guía a largo plazo, mientras que la táctica son los pasos más inmediatos y concretos que se utilizan para avanzar hacia esos objetivos estratégicos. Ambos son esenciales y complementarios en la construcción y consolidación de un proyecto político.
Perón decía que la política no se aprende, la política se comprende, y solo comprendiendo es posible realizarla racionalmente. Contaba la anécdota del Mariscal de Sajonia, que tenía una mula que lo había acompañado en más de diez campañas, pero decía también: “La pobre mula no sabe todavía nada de estrategia”. Lo peor es que él pensaba que muchos generales que también lo habían acompañado sabían lo mismo que la mula.
Es fundamental crear un Comando Estratégico en el peronismo que organice una profunda actualización doctrinaria e incorpore, junto a las históricas banderas de justicia social, independencia económica, soberanía política y derechos humanos, las nuevas realidades que llevaron a millones de argentinos a creer en Milei y no en el peronismo. Hay que pensar en las nuevas realidades, hablarles a los 22 millones de trabajadores y no solo a los 6 millones de trabajadores en blanco con derechos laborales. Es necesario analizar el nuevo mercado laboral, los cambios tecnológicos y las nuevas formas de comunicación a través de las redes. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos.
El peronismo siempre construyó mayorías, pero sobre la base de un plan claro, concreto y moderno. Perón hablaba de la unidad de concepción sobre qué país queremos para luego llevar esa unidad a la acción. El peronismo debe volver a construir poder. No es fácil; Perón lo hizo y Néstor lo hizo. Hoy no están, pero tenemos muchos compañeros que pueden sentarse a pensar ideas y construir un proyecto de poder: Cristina, Kicillof, Grabois, Quintela, Máximo, Larroque, Santoro, Insfrán, y tantos compañeros valiosos que hay en todo el país.
Sin estrategia, no hay táctica posible.
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