
¿Qué puede generar un pibe que juega a la pelota en un pueblo? ¿Era solo un pibe que jugaba a la pelota? La llegada de Diego Armando Maradona a Nápoles en 1984 fue el inicio de algo que nunca antes había sucedido ni volvió a suceder en el deporte. Una ciudad devastada por el terremoto, la pobreza y la angustia. Un pueblo de sur, despreciado por un norte arrogante, levantaría la cabeza de la mano de un santo terrenal. Un intento de explicar lo increíble: la devoción de un pueblo por quien Galeano describió como “el más humano de los dioses” y así lo confirma el pueblo napolitano 33 años después de su partida como jugador y a casi 4 de su paso a la inmortalidad. Por Ramiro Giganti (ANRed).
Es una mañana cualquiera en Nápoles. Promedia septiembre, el calor veraniego persiste y se siente desde el ruidoso cemento napolitano. Un tipo pasa por uno de los tantos murales que homenajean al Diego entre ofrendas que lo convierten en un pequeño santuario, frena unos segundos, se persigna, sigue caminando. Probablemente va rumbo al trabajo, no es un turista. La devoción por Maradona en Nápoles nos sorprende incluso a los argentinos. En cualquier parte de la ciudad hay un mural, o muchos. Hasta el enorme mural de la calle San Juan queda chiquito caminando un par de cuadras en cualquier barrio napolitano, no solo el Quartieri Spagnoli (Barrio Español) donde se encuentra, quizás, el más famoso de los murales y donde no hay una cuadra que no tenga varias referencias a él.
A más de un kilómetro y medio del Barrio Español, cerca de la terminal de ómnibus y la estación central de Nápoles, los callejones de barrios humildes a metros de la Plaza Garibaldi cuelgan camisetas con la número 10 del Napoli y el nombre de quien fue jugador más legendario. Hay también murales y hasta carritos que venden un trago llamado “Maradona Spritz”. No hace falta agregar que es la cara que más aparece en los puestos de venta de suvenires, aunque no es la única. Pero “el Diego” trasciende a otras figuras no solo por lo cuantitativo, sino porque llega a otros lugares más exclusivos. Una santería no muestra ni a actores, ni artistas ni deportistas, ni ninguna celebridad. Perdón… no muestra a “otros” deportistas, ni a ninguna otra celebridad: solo santos. La santería exhibe cruces, rosarios, vírgenes, tal vez alguna estampita de San Genaro o de algún otro, pero en su entrada, entre todo lo que cualquier santería ofrece, hay tres grandes fotos de gran santo napolitano: Diego Armando Maradona.

La llegada del redentor
En el corazón del Barrio Español, a metros de un emblemático mural de Maradona, famoso porque su cabeza está sobre una ventana que permanece cerrada durante todo el día para no impedir que se vea, está la pizzería Santa Maradona. La locura no deja de sorprender: todas las pizzas tienen nombres vinculados a su vida: “Doña Tota”, “Barrilete cósmico”, “Live is Life”, “Villa Fiorito” y otras. Una de ellas se llama “5 de Julio de 1984” y conmemora la llegada del redentor.
Foto icónica de la llegada de Diego en julio de 1984
Estamos hablando de la llegada de un astro del fútbol mundial que ya había llamado la atención del mundo a un equipo que luchaba por la permanencia en la Serie A.
Pero también estamos hablando de una ciudad empobrecida y colapsada, que acababa de sufrir un terremoto, pero que además atravesaba problemas estructurales para la recolección, el desempleo y el hacinamiento urbano.
Nadie terminaba de comprender como un jugador proveniente de la próspera Barcelona llegaba a un pueblo del sur de Italia. La conexión de Diego con “los sures del mundo” sería una de sus improntas.
Aquel 5 de julio de 1984 el pueblo napolitano tuvo una alegría y una ilusión. Así lo expresó la caravana que fue la recibirlo y la presentación que tuvo en él, en ese entonces, Estadio San Paolo, hoy Estadio Diego Maradona frente a más de 75000 personas. La foto de Maradona rodeado de fotógrafos saliendo al campo de juego, el ruido, la multitud, todo reflejaba un escenario de algarabía pero también de presión, de un probable “exceso de expectativas”. Pero esa llegada superaría todas las aspiraciones que se tenían a mediados de 1984.
Napolí venía de dos años de pelear por la permanencia, merodeando los últimos puestos (en el torneo anterior a la llegada de Diego se salvó del descenso por un punto). Un equipo representativo de una ciudad enorme, pero a la vez sufrido, cuyas aspiraciones históricas eran las de terminar por arriba de la mitad de la tabla. Un equipo que nunca antes había salido campeón y, ante el poder de las potencias del norte, le costaba hasta soñar con el “Scudetto”.
Dar vuelta la tortilla con una pelota
Tras un empate 0 a 0 en un amistoso contra River, el primer partido oficial de Maradona en Serie A fue una derrota ante el Verona, que luego sería el campeón esa temporada. “Vamos a poner al sur de Italia de pie” fueron sus palabras. Tras un inicio complicado del equipo, de la mano del 10, Napoli remontó en la segunda mitad del torneo finalizando arriba de la mitad de la tabla, lejos de la zona del descenso. El primer objetivo se cumplió. Maradona hizo 14 goles y fue la figura de ese equipo. Hubo un punto de inflexión: el 25 de febrero del 1985, Napoli aplastó a la Lazio con tres goles de Maradona, uno olímpico y otro con una definición exquisita. El pueblo napolitano empezó a darse cuenta que podía soñar en grande. Al año siguiente, Napoli finalizó tercero, en la antesala del mundial de 1986 donde Diego terminaría de confirmar que era el mejor jugador del planeta, jugando un mundial mejor que nadie en la historia de este deporte.
Mural pintado en el Barrio Sanidad, que muestra a Diego como un gladiador. Foto: Ramiro Giganti (ANRed).
Después de dar vuelta el planeta, de poner a Argentina encima de todo y hasta “haberle robado la billetera a la reina de Inglaterra”, Maradona terminaría de dar vuelta a Italia.
Con el mejor jugador del mundo habiendo ganado la copa en México, Napoli viviría su año más feliz: en la temporada 1986/1987 ganaría su primer Scudetto. El equipo de la mano de su héroe sería protagonista de los campeonatos siguientes repitiendo el campeonato en 1990, también ganaría la copa Italia, la supercopa italiana y la copa UEFA (el único título internacional de trascendencia que hasta el día de hoy tienen). Pero además de esos trofeos, de que el sur le gane al norte, también hubo momentos particulares en los que el Napoli no solo les ganó sino que lo hizo con goleadas humillantes ante los poderosos Milan y Juventus, de la mano de actuaciones memorables del 10.
Gracias a Maradona, en Italia “los pobres comieron pan y los ricos mierda mierda”. El sur pobre y oprimido levanto la cabeza y derrotó al norte próspero y arrogante.
No fueron solo partidos de fútbol, fue contra los comentarios racistas que hinchas de Juventus o Lazio ejercían sobre los napolitanos. Mientras Maradona jugaba a la pelota, también levantaba la autoestima de los napolitanos desde sus declaraciones, o jugando partidos a beneficio, en algunos casos desobedeciendo a sus “superiores”.
Sí, también tuvo sus momentos desafortunados, sus daños a sí mismo y cuestiones de las que años después, antes de su partida, iría intentando recomponer evitando que la pelota “quede manchada”.
De eso. También de sus imperfecciones, debilidades y contradicciones, fue que nació la caracterización de Diego como “el más humano de los dioses”.

La partida de un ídolo, el nacimiento de un santo
Tras ganar el segundo campeonato en 1990 y eliminar a Italia en semifinales del mundial con los Napolitanos hinchando por Argentina, empezaría el martirio. En un buen comienzo de la temporada 90/91, donde además tuvo un triunfo 5 a 1 contra Juventus en la final de la supercopa Italiana, Maradona dio positivo en un control antidoping desde de un partido donde Napoli le ganó 1 a 0 a Bari. La justicia italiana lo condenó, en septiembre de 1991, a 14 meses de prisión en suspenso por tenencia de estupefacientes. Desde entonces Maradona sería el foco de los controles antidoping. No faltaron motivos para relacionar esto con la eliminación de Italia en el mundial, pero también con situaciones en el entorno burocrático que lo rodeaba. Maradona acaba de romper con su representante Guillermo Coppola y en ese momento su representante era Marcos Franchi.
La rebeldía no es gratis en este mundo, mucho menos si se logran hechos concretos de enorme trascendencia.
En uno de los peores momentos de su vida, tras derrumbarse su carrera. Tras dejar a Nápoles y no poder volver a Italia durante años por una condena a la tenencia para consumo personal. Diego fue hostigado por la prensa también en Argentina. Pero con mucho esfuerzo se levantó y volvió una y mil veces.
Maradona lleva una corona de espinas. La imagen es una de las tantas que lo presentan como un cristo martirizado, pero a su vez mantiene la mirada desafiante.
En las décadas siguientes, Diego tuvo más de un retorno tras gambetear a la muerte. Es por eso que nadie creía que en esos meses de octubre y noviembre del año 2020 Diego partiría físicamente.
Pero desde su símbolo, su figura el Diego yace inmortalizado en las calles tanto de Villa Fiorito como de Nápoles, en una dimensión que es difícil de creer para quienes no lo hayan visto.
“Unas gambetas más” El mito y los milagros
Sucedió por la noche, horas después de conocerse en Nápoles la noticia más triste. Sucedió de manera anónima, como Fuenteovejuna. Al día siguiente de la muerte de Diego, el Estadio amaneció rodeado de carteles que lo renombraban como “Estadio Diego Armando Maradona”. La dirigencia no pudo evitarlo, el Estadio adoptó el nombre de su santo.
Bajó ese nombre, el equipo se hizo cada vez más fuerte, primero de local y luego de visitante. En ese estadio, llamado “Diego Armando Maradona” Napolí goleó al poderoso Liverpool de Jurgüen Klopp, y también derrotó al Ajax, llegando a cuartos de final de la Champions Legue. Pero además, bajó ese nombre llegaría el tercer campeonato, 33 años después. El primero sin Maradona, o al menos sin Diego entre los 11 titulares.
Los Napolitanos no dudan. Afirman con certeza que no es casual que ese título además haya coincidido con el tercer campeonato mundial ganado por Argentina…. “Fue él”.
Imagen del mural de San Giovani Teduccio próximo a la demolición para la urbanización del barrio.
Pero todavía hay otras “gambetas” que Napoles espera de su santo. Tras mucha lucha de sus vecinos, el barrio San Giovanni Teduccio, también conocido como “el Bronx napolitano” logró que se apruebe un programa de urbanización que mejoraría la calidad de vida y otorgaría viviendas confortables. Allí se encuentra el mural de Maradona más grande de Nápoles creado por el artista Jorit, que al momento de crearse en 2017 era el más grande del mundo, hasta que en 2022 se inauguró el mural de la calle San Juan al 1100, creado por el artista Martín Ron. En aquel entonces, en 2017, se cumplían 30 años del primer “scudetto” ganado. Pero ese mural del Barrio San Giovanni sería demolido junto a varios edificios para la urbanización del barrio.
Entre los pedidos por tratar de preservarlo, también aparece el momento místico: Maradona se está sacrificando por su pueblo. Este podría ser otro “milagro maradoneano”, pero luego habría más gambetas pendientes: el financiamiento de estas obras proviene de los PNRR (Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia), un programa que Italia está implementando con unas partidas presupuestarias que provienen de la Unión Europea. El programa consiste en un financiamiento mixto donde una mitad es subsidio pero la otra son créditos que endeudarían a sus beneficiarios. Actualmente el programa espera por ciertos “detalles” para su realización, como la relocalización temporaria de quienes hoy habitan esos edificios. El Diego y sus gambetas, el pueblo y las luchas que nunca terminan.
Un alargue infinito: lo que Diego dejó
En este momento, además de las expectativas por la urbanización del Barrio San Giovanni, en Nápoles se desarrolló una asamblea el pasado domingo con distintos sectores de trabajadores ocupados y desocupados de cara a un plan de lucha contra la «Ley de Seguridad Pública» que el gobierno de Meloni intenta aprobar y que supone una amenaza para las libertades que todavía existen. Esta ley criminaliza las manifestaciones callejeras, endureciendo las penas y convirtiendo el delito a los cortes. También permitiría a la policía portar armas ilegales. Nápoles es una de las ciudades que está teniendo manifestaciones contra este proyecto que ya fue presentado y se encuentra en debate parlamentario. Nadie duda que de estar vivo, Diego se pronunciaría en contra de este proyecto: «Buchón de la policía jamás. Spione mai mai mai«.
«Nada romperá tu mito, Chau Diego», afirma una bandera en el Barrio Español.
Diego ya no está físicamente. Pero queda un pueblo que gracias a él fue feliz. Y en esos momentos felices levantó la cabeza y subo, de la mano de Diego, que al norte se lo puede enfrentar. Que es posible enfrentar a los poderosos. Si lo mas importante en la vida es ser feliz, Diego hizo feliz a un pueblo que nunca lo va a olvidar.
En el plano real el pueblo napolitano, como tantos pueblos del mundo lucha contra las adversidades. Pero también lleva la inspiración de ese futbolista rebelde que los hizo felices.
En otros planos, desde que Diego llegó a Nápoles, las ruinas que narran su extensa historia se erigieron nuevamente. Enrico Caruso cantó cada vez mejor, y San Genaro consiguió el pasaporte francés, porque actualmente es «el segundo santo de los napolitanos».
Feliz navidad y un próspero y combativo año 64 D.D. (Después de Diego). El Napoli empezó a festejarla derrotando 2 a 0 al Milan, «como en los tiempos del Diego».

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