“Si es necesario, les vamos a vetar todo”. Así, con este tono amenazante, cierra un comunicado que la presidencia lanzó en las últimas horas, al reflejar el entusiasmo de un envalentonado Javier Milei al celebrar el respaldo de un tercio de la Cámara de Diputados al veto a la ley jubilatoria.
El Gobierno festejó por partida doble: dentro del recinto del Congreso ratificó el ajuste sobre las jubilaciones (con la ayuda de la (supuestamente odiada casta), mientras que afuera desplegó otra vez el circo del protocolo del “orden”, tal como lo había advertido en la previa la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Ayer, la policía disparó balas de goma y en menos de cinco minutos desalojó a los manifestantes, que se replegaron como pudieron. La cacería, igualmente, siguió durante horas. El saldo de la represión fue de más de 50 personas heridas –entre ellas varios jubilados, trabajadores de prensa y hasta una niña de 11 años y otro de 9– por los químicos de los gases y las postas de goma.
En definitiva, el Gobierno se alzó con un triunfo pírrico que exhibe, por un lado, a un presidente que, en nombre del pragmatismo, se vio forzado a arriar las banderas de la casta de la que tanto abjuró con tal de cooptar un puñado de votos de traidores que le permitieron blindar su veto.
Milei celebró el triunfo legislativo en Diputados luego que la oposición no consiguiera los dos tercios de los votos para insistir en la ley que pretendía una mejora en los haberes jubilatorios, y elogió a los “87 héroes” que lograron frenar la embestida contra el veto presidencial.
“Hoy 87 héroes le pusieron un freno a los degenerados fiscales que intentaron destruir el superávit fiscal que los argentinos con tanto esfuerzo lograremos conseguir”, destacó Milei en X. “Evidentemente los políticos siguen pensando que los argentinos somos tontos y no vemos sus malintencionadas maniobras para voltear a un gobierno que por primera vez elige decirles a los argentinos una verdad incómoda en lugar de una mentira confortable”, concluyó el mandatario.
El mensaje del Presidente se dio tras una intensa sesión en el recinto que culminó con una votación que arrojó 153 votos a favor de insistir con la norma, frente a 87 negativos y 8 abstenciones. Al momento de votar había 248 diputados presentes, por lo que los opositores necesitaban reunir 166 voluntades para alcanzar los dos tercios.
La alianza con el bloque Pro, algunos diputados de espacios aliados y media docena de diputados radicales, logró reunir poco más del tercio de las voluntades que necesitaba para blindar el veto presidencial. Para consolidar este número fue clave el aporte de los cinco diputados radicales que se habían retratado con Milei -Mariano Campero, Pablo Cervi, Martín Arjol, José Tournier y Luis Picat- como así también la abstención del bloque de Innovación Federal, cuyos integrantes responden a los gobernadores de Río Negro, Misiones y Salta.
Los ocho integrantes de esta bancada, al igual que los cinco radicales, habían votado a favor de la ley en la sesión del 3 de junio pasado.
Desde el Ejecutivo definieron a la inflación como “el impuesto no legislado que afecta diez más a los pobres” y como la principal causa de “la pulverización de los ingresos” de los jubilados. “En otras palabras, esta medida populista significaba pan para hoy hambre para mañana”, remarcaron.
Y luego concluyeron: “Cualquier incremento en el gasto público que comprometa el equilibrio fiscal se encontrará con un muro innegociable con este Presidente y los 87 patriotas del Poder Legislativo. Si es necesario, les vamos a vetar todo”.
El otro lado de la moneda expone a un oficialismo que arriesga hasta el límite. La historia enseña que hay comportamientos o políticas que inevitablemente tendrán un costo a pagar, como ocurrirá más temprano que tarde con el veto a la ley jubilatoria, o si ocurre lo propio con la ley de financiamiento a las universidades, cuando lo apruebe el Senado.
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