El peronismo está en llamas, pero el debate y las ideas brillan por su ausencia. Mientras el gobierno libertario avanza a toda máquina para destruir el Estado argentino y llevar al país a una pobreza extrema, las ideas claras para liderar la oposición no aparecen en toda su dimensión. Algunos creen que con un par de tuits ya tenemos un programa claro para volver a enamorar a millones de argentinos y ofrecerles una esperanza de un futuro mejor.
Cristina Kirchner, sin lugar a dudas la última gran líder que tuvo el peronismo, publicó ayer un breve tuit en su cuenta de X: “Pericia psiquiátrica les vamos a pedir a los que dicen que Villarruel es peronista”. Desde el Instituto Patria afirmaron que la ex presidenta no se refería a la interna libertaria, sino a los propios peronistas.
Sin mencionarlos directamente, Cristina se refería a Guillermo Moreno, quien en el programa Duro de Domar no cesa de elogiar a la vicepresidenta mientras critica al progresismo argentino. Parece sentir más simpatía por la defensora de genocidas que por el gobernador Axel Kicillof. Otro caso es el del senador José Mayans, quien hizo un chiste con la vicepresidenta sobre el “jamoncito” y posteriormente señaló que consideraba a Villarruel más cercana al peronismo que al presidente. Por último, el senador provincial Sergio Berni no dudó en afirmar que “la quiero jugando en mi equipo”.
Cristina tiene razón en su tuit: hay un límite con Villarruel. Como diría Jauretche, una cosa es el “nacionalismo oligárquico” y otra muy distinta es el “nacionalismo popular”. A las banderas históricas de independencia económica, justicia social y soberanía política, Néstor Kirchner incorporó la de los derechos humanos. Por lo tanto, no hay posibilidades de negociación con alguien que reivindica el genocidio de la última dictadura militar. Para que no queden dudas, hoy por la tarde la titular del Senado realizará un homenaje a las víctimas del terrorismo, mientras un grupo de diputados de La Libertad Avanza visitan a los criminales en la cárcel de Ezeiza y hasta tienen un proyecto de ley para obtener su libertad.
Pero digamos todo. El senador Emmanuel González Santalla, uno de los dirigentes más importantes de La Cámpora, publicó en Instagram un extenso texto titulado “Algunas consideraciones sobre las afirmaciones del compañero Ferraresi”. El intendente de Avellaneda había afirmado que “de las últimas 8 elecciones, perdimos 6. No hay mucho que reflexionar, es un dato real, concreto, no es subjetivo” y agregó: “Si volvemos a hacer lo que hicimos en las últimas elecciones, ¿cómo nos va a ir? Vamos a perder”.
El senador de La Cámpora fue durísimo contra Ferraresi, a quien acusó de intentar “destruir al kirchnerismo” y, de paso, le lanzó fuertes críticas al gobernador Axel Kicillof. Santalla señaló que comparar los datos sobre las derrotas es como “comparar peras con manzanas” y recordó que las elecciones del año 2021 fueron decididas por Alberto Fernández y Axel Kicillof, por lo que Cristina y el kirchnerismo no tenían responsabilidad. “Ella no es el problema, ella es la solución”, afirmó el senador provincial. Más allá de la pelea entre La Cámpora y Ferraresi, Santalla no dudó en involucrar al gobernador Kicillof al señalar que Ferraresi estuvo en el gobierno del ex presidente Fernández y criticó al “Albertismo devenido hoy en Axelismo”.
El gobernador intenta mantenerse neutral en la pelea entre La Cámpora, Ferraresi y otros sectores, y sigue con un discurso claro de oposición al gobierno de Milei. En uno de sus últimos tuits afirmó: “Estoy convencido de que el voto a Milei no tuvo el contenido de convalidar toda la sarta de barbaridades y zonceras que se dijeron en esa campaña electoral”. Y agregó: “La universidad pública, la industria nacional, la soberanía, las Malvinas. Las menciono en mis discursos en cualquier extremo de la Provincia y ante cualquier auditorio, y estoy seguro de que son los valores que sigue teniendo nuestro pueblo”.
Como en el tango de Cátulo Castillo, el peronismo “está desorientado y no sabe qué trole hay que tomar para seguir…”. Con tuits de 140 caracteres no se arregla el peronismo. Necesitamos pensar, tener respuestas para el país actual, volver a enamorar a los argentinos, volver a pensar. La misma Cristina señaló hace un año que un militante político tiene que leer más y usar menos el celular. “Le voy a pedir a todos los militantes y, en general, a los argentinos, que así como dicen ‘agarren la pala’, yo digo ‘agarren los libros’ que no muerden. ‘Agarren los libros’ que no muerden. Miren: yo sé que el telefonito es mejor, ti ti ti ti. Probá hacer lo siguiente: leé un libro y cuando no entendés algo de lo que dice el libro, sea un término, una idea, una teoría, un autor, ahí sí, agarrá el teléfono. O sea: leé el libro con el teléfono al lado”.
El peronismo, con Perón a la cabeza y un grupo de intelectuales que venían del nacionalismo o del marxismo, pensaron nuevas formas para liberar al país. Nuevas ideas y pensamientos para reinterpretar la historia, el presente y el futuro. Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Rodolfo Puiggrós, Jorge Abelardo Ramos, Juan José Hernández Arregui, Rodolfo Ortega Peña y tantos otros debatieron con ideas, no con tuits. Perón publicó libros como Los Vendepatria, Del Poder al Exilio, Quienes me derrocaron, La Hora de los Pueblos o Latinoamérica, ahora o nunca. Hay que volver a los libros, no para repetir lo mismo, sino para buscar nuevas ideas.
El peronismo siempre construyó mayorías, pero sobre la base de un plan claro, concreto y moderno. Perón hablaba de la unidad de concepción sobre qué país queremos, para luego llevar esa unidad a la acción. El peronismo debe volver a construir poder. No es fácil; Perón lo hizo y Néstor lo hizo. Hoy esas nuevas ideas no están. Hay que construir un nuevo proyecto de poder para sacar a la Argentina adelante.
Desde Info135 aportanos nuestro granito de arena a las ideas del peronismo. No dejes de visitar los podcasts de La Patria Sublevada en YouTube. Historias de la única revolución que tuvo la Argentina en el siglo XX, con marchas y retrocesos, con batallas ganadas y otras perdidas, pero siempre otorgando nuevos derechos a los más humildes.
Por Alfredo Silletta
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