El capitalismo con rostro humano es especialista en repartir sus sobras. Pero el rostro deja de ser humano cuando el bolsillo empequeñece. El capitalismo pierde su rostro humano y aparece el verdadero. Algo así como un Drácula no transformado. Lo penoso es cuando quieren convencer al capitalismo para que vuelva otra vez al rostro humano.
Por Alfredo Grande

Las sobras del banquete fue un dicho muy común. Siempre pensé que la mejor manera de mantener el banquete era distribuir no el banquete sino las sobras. Luego entendí que eso es culpa burguesa, nada más, nada menos. Además, tiene que haber sobras. O sea, un excedente no reciclable. El capitalismo con rostro humano es especialista en repartir sus sobras. O permitir cierto ascenso económico, denominado movilidad social.
El problema es que el rostro deja de ser humano en la medida que el bolsillo empequeñece. Generalmente por haber tirado manteca al techo o un país a la basura. El capitalismo pierde su rostro humano y aparece el vero ícono. La bestia. Algo así como un Drácula no transformado. Lo penoso a mi criterio es que no pocos quieren convencer al capitalismo que adquiera otra vez el rostro humano. O sea: que la producción de sobras nunca se pare. Panza llena (aun con sobras), corazón contento.

No son estos tiempos para que el corazón esté contento. Ayer la CGT intentó mostrar su rostro humano. A mi criterio, no lo logró. Algunos pensarán que ante Drácula cualquier estaca viene bien. No lo creo. Algunas estacas son boomerang y ni rozan a Drácula. El mito de Drácula es muy útil para entender por qué los sistemas de explotación y sometimiento aman la sangre.

La innegable ventaja de esta época es que el capitalismo no puede, no quiere, no sabe, cómo mostrar un rostro humano. Lo cual deja el camino para mostrar setenta veces siete y más también, que el rostro humano es otra trampa del capitalismo para ocultar a la bestia. Los pocos que me leen mucho saben que yo no uso más la idea de capitalismo. He intentado reemplazarlo por cultura represora. Creo que el concepto es más abarcativo, ya que hay culturas represoras pre capitalistas. Incluso hay culturas represoras que combaten al capitalismo. Como dice Sabina, callo más de lo que digo, pero digo la verdad. Al menos digo mi verdad.
Creo que es la mejor oportunidad para discutir el proceso de acumulación que permite los banquetes a la inmensa minoría de la población. O sea, los privilegiados, que no son niñas ni niños justamente. Se sabe dónde están, quiénes son, qué rostro tienen. Son los verdaderos asesinos seriales. Por eso considero a Puerto Madero o el Nordelta más peligroso que cualquier Villa. Que como sabemos también es América, según nos enseñó Bernardo Verbistky. En esos lugares, sedientos de sangre, se organizan los banquetes. Desde ya los liberales, pero no solamente.
Nos hemos resignado a luchar por las sobras. O sea: por mejorar el capitalismo. Es el mejor momento para disputar el banquete. Que la tortilla se vuelva. Que los pobres coman pan y los ricos, mierda, mierda.
Porque ya ningún banquete tendrá sobras.
Las opiniones y análisis expresados en este artículo pueden no coincidir con las de la redacción de UDR Noticias. Intentamos fomentar el intercambio de posturas, reflejando la realidad desde distintos ángulos, con la confianza de aportar así al debate popular y académico de ideas. Las mismas deben ser tomadas siempre con sentido crítico



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