Reflexiones desde el tercer mundo.
Por Hugo Bertone.
“Pueblos trabajadores, infancias pobres” sostenía en una dramática y real letra, un cantautor Argentino, ávido lector de las realidades contemporáneas.

Y las “Buenas noticias” siguen abordando nuestra cotidianeidad, sin concesión alguna mas que el exponer aquello que muchos no desean ver, o desean omitir, “Saliendo de la mala onda” que parece tener, quien intenta mirar un poco mas allá de las situaciones triviales, naif y esporádicas.
En la tierra del mate, del futbol, de la “diversión para ser especial”, del “Bon Vivant de clase media”, aquella tan sumida en grietas de toda índole y de todo color y sabor, no se le puede ganar mínimamente una batalla, al enemigo eterno, aquel que como escudo posee la desocupación o sub ocupación, y que como Espartana espada carga la pobreza para asi asestar cada vez mas en los vulnerables cuerpos de los habitantes de una nación.
Según el INDEC, desde sus nuevas proyecciones y estadísticas La pobreza es del 38.5 y la indigencia alcanzó al 10 % de la población Argentina.
A veces no se dimensiona la situación, puesto que la mayoría de nosotros poseemos las básicas necesidades cubiertas, las que cada día cuestan más sostener, pero por ahora (y tan solo por ahora) las controlamos.
El hambre en millones de niños se siente casi en el aire en localidades diversas, la carencia de estructura sanitaria y alimenticia resulta un desgarro interior.
Las ciudades proponen las beldades y maravillas del consumo y el “Vivir como la gente” (frase acuñada durante años completos, parte de nuestro inconsciente colectivo), e índices y estadísticas pasan al olvido raudamente, mediante alguna noticia deportiva, del espectáculo o tan solo, aquellas que se construyen en las factorías periodísticas de la hegemonía.
Pero casi más de la mitad de hermanos y hermanas en limites extremos, no significa una pasatista noticia.
Ellos resultan el significado de todo aquello que hicimos mal, que construimos mal, pensando que el observar nuestra propia quintita, alejaría las Dantescas langostas que pretenden comerse nuestra cosecha.
20 millones de personas en los mas angustiantes limites.
Y esto significa violencia.Y de la mas explicita.

Hasta que no se revierta la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos, resultara imposible erradicar la violencia. Se acusa de violentos a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión.
Vamos en este derrotero distopico tal vez.
Pobreza en estado pleno, que mora en un hombre que resultan ser pobre, tan solo por no tener trabajo y que teniéndolo, aun lo sigue siendo.
Pobreza por multiplicación de deseos que genera terminar en el límite no deseado.
Urbana tristeza de edificios inteligentes, lujos ajenos, cansancio y niños que mendigan sin oler a verano.
Miles se nos mueren de hambre, y el silencio se va a dormir, contemplándolos.
“El mejor medio de socorrer la mendicidad y la miseria es prevenirlas y atenderlas en su origen, y nunca se puede prevenir si no se proporcionan los medios para que se busque su subsistencia.” Decía nuestro Manuel Belgrano.
Gran parte de nuestro estrato social, posee la adicción de buscar culpables en cada situación acontecida, chivitos expiatorios que nos aparten de las responsabilidades; Gobiernos, movimientos, administradores de turno.
Continuamos transitando sin darnos cuenta que en cada uno de nosotros recae el sesgo responsable por cada mal que debemos atravesar.
Conciencia y acción para abordar y terminar con los males.
Y mucho cuidado, porque nos puede cubrir la sombra.



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