Desesperados por la situación económica y la falta de dólares, el presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, ya trabajan en un nuevo megacanje de la deuda que hundirá aún más a la Argentina. Recordemos que en 2001, el presidente Fernando de la Rúa, junto a su ministro Domingo Cavallo, llevaron a cabo un megacanje que endeudó al país por millones de dólares, lo que derivó en juicios contra Cavallo y Sturzenegger, aunque ambos fueron absueltos por el partido Judicial.
El gobierno ha habilitado el canje de títulos en cualquier moneda, sin cumplir con los requisitos de la Ley de Administración Financiera y sin pasar por el Congreso. La oposición repudia la “laxitud” en los criterios para la toma de deuda, ya que no contempla mejoras en los montos, plazos o intereses de las operaciones originales.
La resolución, publicada este lunes en el Boletín Oficial, elimina la obligación de que el Congreso autorice una reestructuración de deuda en dólares con inversores extranjeros y organismos de crédito, como el FMI. Además, impone un piso mayor, hasta el 2027, de aceptación compulsiva de títulos del Tesoro por parte del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSES.
Con reservas negativas y una constante pérdida de divisas del Banco Central, Argentina enfrenta vencimientos por más de 22.000 millones de dólares en los próximos 12 meses. Al mismo tiempo, la deuda consolidada del Tesoro y del Banco Central creció en 53.721 millones de dólares durante los primeros diez meses del gobierno libertario, con reservas netas líquidas que se ubican en un terreno negativo de 8.762 millones de dólares.
Megacanje: “Memoria activa”, como dice Gato Sylvestre en su programa televisivo para recordar el primer megacanje en 2001. Esta operación tenía como objetivo aliviar los pagos de intereses y capital de la deuda externa argentina, canjeando la deuda por nuevos bonos con plazos más largos. Sin embargo, este canje tuvo un costo exorbitante e implicó un incremento considerable de la deuda externa.
La propuesta fue ideada por el banquero David Mulford, ex secretario del Tesoro de los Estados Unidos, que trabajaba entonces para el banco Credit Suisse First Boston. El ministro de Economía Domingo Cavallo y su secretario de Política Económica, Federico Sturzenegger, la recibieron con entusiasmo. A primera vista, la operación parecía sencilla y beneficiosa: se canjearon 46 tipos de bonos soberanos por cinco tipos de nuevos bonos con vencimientos hasta el año 2031.
Sin embargo, la operación incrementó la deuda del país de manera dramática. Un peritaje realizado por el experto en ingeniería financiera Moisés Resnick Brenner reveló que el país sufrió un perjuicio de 55.000 millones de dólares. Siete bancos participaron en esta estafa y ganaron 150 millones de dólares en comisiones: Banco Francés, Santander Central Hispano, Galicia, Citigroup, HSBC, JP Morgan y Credit Suisse First Boston. David Mulford cobró 20 millones de dólares en comisiones.
Los bancos y las AFJP aportaron al canje títulos por un valor total de 27.000 millones de dólares, pero 20.000 de esos 27.000 millones ya estaban en sus carteras. Es decir, cobraron comisiones por hacer de intermediarios de sí mismos.
El resultado fue devastador. A fines del año 2000, la deuda externa del país era de 80.000 millones de dólares. Después del megacanje, la deuda externa aumentó a 88.000 millones de dólares, y para 2003 alcanzó la cifra de 102.000 millones de dólares. Los intereses de la deuda pasaron de 82.300 millones de dólares a 120.700 millones de dólares, lo que convirtió esta operación en una verdadera estafa.
Ahora, la dupla Milei-Caputo parece encaminada a repetir la historia.
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