
Por Augusto Taglioni Autocrítica y reconstrucción. Yamandú Orsi es un profesional de la política, pragmático y dialoguista. Una especie en extinción en un mundo que camina por los extremos. |
Yamandú Orsi es un rara avis en este contexto de liderazgo rupturistas cargados de violencia a histrionismo. Un político profesional, con experiencia de gestión y una clara vocación dialoguista y de negociación. Un producto aburrido para las redes que casi nunca levanta el tono de voz o entra en polémicas.
Es cierto que el sistema político uruguayo aún cuenta con defensas para resistir al clima de época de los extremos. En 2019 el empresario Edgardo Novik quiso representar eso y fracasó, terminó apoyando a Lacalle Pou. Ahora, Gustavo Salle de Identidad Soberana sorprendió y metió dos diputados con un discurso mileista. Parece marginal pero el tiempo dirá.

Pero si entramos en las razones de la victoria nos encontramos con que, más alla del estilo de Orsi y su fortaleza como candidato, el Frente Amplio supo reconstruirse luego de la derrota en la elección anterior.
El propio Orsi dijo en una entrevista con LPO en febrero de 2021 que el gobierno de Tabaré se había alejado de la gente. En ese reportaje explicó: “Nos pasaron tres cosas. El ultimo gobierno del Frente no fue un gobierno muy presente, la gente sintió distancia. Nunca renovó el gabinete, estábamos en una fase de estancamiento de la economía y creo que en los últimos 5 años estuvimos lejos de la ciudadana”.
“Hubo obras y gestión pero faltó algo más de empatía y piel. La gente se cansó, estuvimos 15 años con mayoría absoluta y cinco partidos nos aislaron. No fuimos capaces de hacer ni una alianza, ni siquiera para el balotaje. Eso lo primero, lo segundo es que la fuerza politica no tuvo el reflejo para darse cuenta que eso nos estába pasando desde el gobierno y nunca aprovechamos el margen para plantear temas nuevos en la agenda. Nos quedamos sin pólvora y no suplimos esas falencias”, continuó.
Por último, el ahora presidente electo planteó que “lo tercero es que la campaña no fue buena, yo estuve de coordinador en el último tramo de cara al balotaje y cometimos muchos errores. Lacalle Pou en primera vuelta no llegó al 30 por ciento pero logró formar una alianza mucho eficiente que la nuestra. Somos la fuerza más grande del país, tenemos un núcleo electoral de 39-40 y estuvimos a un punto y medio de ganar, pero la ingeniería electoral de ellos fue más eficiente”.
“El último periodo de gobierno fue muy chato, no porque no se hayan hecho cosas. Las elecciones no se ganan solo con gestión sino también con política. Ahí fallamos, desde el gobierno y desde la fuerza política. Por eso digo que el último gobierno del Frente Amplio estuvo lejos de la gente”, concluyó.
“A ese diagnóstico cargado de autocrítica se le sumó un minucioso trabajo territorial que incluyó recorridos a 303 localidades y casi 1500 reuniones con organizaciones de la sociedad para entender las razones de la derrota.”

A ese diagnóstico cargado de autocrítica se le sumó un minucioso trabajo territorial que incluyó recorridos a 303 localidades y casi 1500 reuniones con organizaciones de la sociedad para entender las razones de la derrota.

De esta manera, el FA recuperó electores del Interior, votantes que habían elegido terceras opciones como Cabildo Abierto del nacionalista y ex militar Guido Manini Ríos y colorados históricos que coinciden más con el programa de gobierno de Orsi.
En efecto, con este trabajo de autocrítica y reconstrucción el Frente Amplio se consagró como una verdadera maquinaria electoral que pudo vencer a un gobierno gozaba de buena salud en términos de imagen. Es cierto que en frente tuvo un mal candidato como Alvaro González que nunca contó con el decidido apoyo de Lacalle Pou que pareció especular con su vuelta en 2029 antes de poner el cuerpo para garantizar su sucesión.
“Con este trabajo de autocrítica y reconstrucción el Frente Amplio se consagró como una verdadera maquinaria electoral que pudo vencer a un gobierno gozaba de buena salud en términos de imagen. Es cierto que en frente tuvo un mal candidato como Alvaro González que nunca contó con el decidido apoyo de Lacalle Pou que pareció especular con su vuelta en 2029 antes de poner el cuerpo para garantizar su sucesión“
La renovación política es otro hecho destacado de este momento político uruguayo. Orsi, naturalmente, se convirtió en el nuevo líder de la centroizquierda uruguaya, bendecido por Mujica y con el calor apoyo de todas las islas del Frente Amplio que vieron como la hegemonía del mujiquismo ahora el orsismo del MPP se impuso con claridad.
En los otros dos partidos históricos también se confirma el recambio. Lacalle Pou es el amor y señor del Partido Nacional por encima del viejo Herrerismo y del propio legado de su padre y hoy es la única garantía de retorna al poder de los blancos en 5 años. En el Partido Colorado está Andrés Ojeda, una figura joven que buscará centralizar el liderazgo opositor y mantener el buen caudal de votos que cosechó en primera vuelta.
Es claro que estaremos en presencia de muchas continuidades. De la misma forma que Lacalle Pou mantuvo buena parte de la políticas sociales del Frente en su mandato, Orsi hará lo propio con los logros económicos de su antecesor para enfocarse en el empleo, la recuperación del salario (el 95% gana menos que en 2019) la pobreza y el avance del crimen organizado. El consenso social entre los partidos dominantes está lejos de romperse y ese es uno de los grandes valores de Uruguay.

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