La semana tuvo un voltaje político inesperado y entre temerario y peligroso, con manifestaciones callejeras dolientes en la Plaza de los Dos Congresos, en las que confluyen una mayoría de episodios de reprobación a la motosierra cruel y, también, arbitrariedad por parte del Gobierno en temas sensibles como la salud, la discapacidad y los jubilados.

La Argentina es una república que se estructura en tres poderes independientes que, cada vez más parecen escindidos de la realidad y cada uno aparece “atendiendo su juego”.
El Poder Ejecutivo, con el presidente Javier Milei preocupado por la puja interna inesperada e inexplicable para la elección bonaerense entre la base de su ahora otrora “triángulo de hierro”.
O en atacar enceguecido a los periodistas, o aplicar motosierra sin razón y, macartista, acusar de kirchneristas a los médicos del Hospital Garrahan, como si él estuviese en algún púlpito.
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Igualmente, se acrecientan las manifestaciones callejeras de los jubilados, cada vez más apoyados por agrupaciones políticas y sociales que muestran como una postal penosa la intemperie en que vive ese sector poblacional desguarnecido.
En paralelo, quedó en evidencia también en las calles de Buenos Aires la desoladora situación de los profesionales que prestan servicio a personas con discapacidad, también vapuleados por la motosierra.
Lo significante de la semana es que por primera vez se visibilizaron como nunca esos problemas, ya que la televisión y otros medios libertarios se sumaron extrañamente casi en cadena nacional a reflejar la angustia e impotencia de los trabajadores en esas áreas por la embestida del Gobierno. Pareció como si se hubiese roto por algunas horas la prohibición de mostrar la realidad.
Como contraste, en la Cámara de Diputados la oposición -encabezada por el peronismo- sumó una inesperada victoria al imponer un aumento en jubilaciones, emergencia en discapacidad y apoyo a ciudades afectadas por temporales.

Por primera vez, legisladores del Pro, la UCR y diputados cercanos a gobernadores oficialistas ayudaron al peronismo a asestarle una derrota y un baño de realidad al Gobierno libertario.
Al lado, en la Cámara de Senadores, siguen los desmedidos aumentos en los sueldos de los legisladores, que ya llegan a casi 10 millones de pesos, que contrastan fuerte con los reclamos de los jubilados, que ganan menos de 400 mil pesos.
El otro vértice del triángulo del Estado argentino -la Corte Suprema- también parece vivir su propia vida, mirando siempre para el lado opuesto de los problemas.
Lo raro es que quizá esta semana tome una decisión en un tema como es la condena en doble instancia y prisión a seis meses a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en la causa Vialidad.
Como norma, la Corte Suprema casi nunca se metió en esos temas en vísperas de elecciones, pero parece ser que esta vez el “diablo quiere meter la cola”.
Por Fernando Ramírez



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