
El 27 de marzo de 1901, en el corazón de Buenos Aires, nacía Enrique Santos Discépolo, un hombre que marcaría un antes y un después en la historia del tango y la cultura argentina.

Hijo de inmigrantes italianos, Discépolo creció en un hogar donde las raíces europeas se mezclaban con la intensidad porteña.
La temprana muerte de su padre lo dejó bajo el cuidado de su hermano mayor, Armando Discépolo, quien se convertiría en una figura clave para su formación artística.
Justamente fue su hermano, un destacado dramaturgo del teatro nacional, quién lo introdujo en el mundo de las tablas, un ámbito que despertaría en él una pasión por las letras y la música. Inicialmente atraído por el teatro.
Sin dejar de lado las tablas, Enrique encontró en el tango una forma única de expresión, capaz de captar las emociones y contradicciones de la vida cotidiana. Sus primeros pasos en la música lo llevaron a componer obras que comenzaban a insinuar su genialidad.
Entre sus composiciones más célebres se encuentran “Cambalache”, “Yira… Yira”, “Cafetín de Buenos Aires”, “Uno” y “El Choclo”. Estas piezas lo consolidaron como uno de los mayores exponentes del tango, un poeta capaz de reflejar los matices de la existencia humana con maestría.

La vida personal de Discépolo también tuvo un capítulo destacado con su relación amorosa y artística con Tania, cantante española que se convirtió en su compañera inseparable.
Juntos conformaron una dupla emblemática en el mundo del tango, fusionando sus talentos en escenarios y producciones que se convirtieron en icónicas.
Tania fue un apoyo fundamental en los momentos más desafiantes de su vida y compartió con él el brillo y las sombras de su trayectoria.
Además de su aporte musical, Discépolo incursionó en el cine, participando como actor y director en producciones que llevaban su impronta artística.
En la radio, destacó con el personaje Mordisquito, una creación cargada de ironía y crítica social que utilizó para expresar su alineación con las ideas peronistas y reflexionar sobre la realidad política de su tiempo. Mordisquito, con su tono mordaz y provocador, se convirtió en un símbolo de su compromiso político.
Sus últimos años estuvieron marcados por el deterioro de su salud y una profunda melancolía que lo acompañó hasta su fallecimiento el 23 de diciembre de 1951.
Lo afectó mucho que varios de sus antiguos amigos le dieron la espalda a partir de su apoyo al peronismo. A pesar de la cancelación, su legado permanece intacto.
Enrique Santos Discépolo sigue siendo recordado como el hombre que dio voz a las emociones de un pueblo, un ícono de la cultura argentina que trascendió fronteras y épocas.

Facebook
Twitter
Instagram
YouTube
RSS