El dirigente del gremio Camioneros oriundo de Tres de Febrero anticipó que la central obrera no está cerrada al diálogo con el Gobierno nacional, pero afirmó que no avalará proyectos que flexibilicen el mundo del empleo y desdibujen conquistas históricas. Su defensa del modelo sindical argentino.
Octavio Argüello asumió formalmente ayer como integrante del triunvirato que conduce la Confederación General del Trabajo (CGT) a nivel nacional junto a Cristian Jerónimo (Sindicato del Vidrio) y Jorge Sola (Seguros). La central obrera encontró en esa estructura la posibilidad de sostener su unidad de cara a los debates que se avecinan en el universo laboral.
“Ser dialoguista no es un pecado. Sí ser entreguista”, reflexionó en diálogo con Adrián Noriega y Norman Díaz en la emisión semanal del programa periodístico Primer Plano por canal Somos, de Flow. El dirigente camionero de la rama Recolección de Residuos blanqueó que los sindicatos están abiertos a “una discusión que sea lógica, no a una imposición del Gobierno” para avanzar en una reforma en las condiciones de empleo.
“Tal como lo plantean no es ni una reforma ni una modernización: es una flexibilización, porque vienen por los derechos adquiridos por trabajadores y logrados luego de mucha lucha”, indicó Argüello, que también trazó una diferencia en discutir lo que se viene hacia adelante y pretender quitar conquistas. “El trabajo sin derechos es esclavitud”, sentenció.
Defensa del modelo sindical argentino
El dirigente sindical también rechazó uno de los argumentos centrales usados por la administración libertaria, que se trata de una reforma hacia adelante pensando en las Pymes. “Es mentira eso: está sentado haciendo la reforma (el empresario) Paolo Rocca y los abogados de Techint. Están preocupados los grandes grupos económicos para tener trabajadores a merced de ellos y hacer lo que quieran”, enfatizó.
Argüello también fue crítico del modelo económico del presidente Javier Milei. “No pasa por bajar la inflación. Porque si esto significa desocupación, romper el tejido productivo, romper los sistemas de salud, de discapacidad y a los jubilados, ¿de qué nos sirve?”, se preguntó.
El consumo, de hecho, está por el piso y las empresas lo empiezan a experimentar en sus cuentas, con vehículos que salen a realizar repartos a un cuarto de su potencial, principalmente en lácteos y bebidas. “Esto lleva a que sobre personal y termina en despidos. Y yo estoy convencido que la reforma, tal cual la plantean, no va a dar más trabajo”, insistió.
Y concluyó: “uno escucha al Presidente y nos quiere llevar al 1800, donde había un país distinto, pero vivían los terratenientes y la gente tenía que trabajar por un kilo de carne. Yo prefiero la Argentina de 1945 en adelante, y con un modelo sindical es admirado en el mundo”.
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